Fue 58 – 56 para los de afuera y Seguros Marcuzzi ya tiene rival para este viernes a las 20.30. Algunos piensan (en broma), que lo mejor estará a la hora de la Peña de Amigos donde además de asado, pollo y “beberaje” habrá un show musical para lo cual se reservan lugares a $40 la tarjeta “sin gasolina”: VAMOS AL GRANO: Quedamos en que la plantilla azulada contó con un jerarquizado andamiaje que daba a suponer que la cosa quedaba en casa. Nelson llegó de bajo perfil desafiando el frío, con apenas seis jugadores, equipo “cortina” que le dicen, para enfrentar a los históricos reforzados por una infantería ligera. En el calentamiento se lo vio al base “Carancho” Missio ensayar por fuera de los 6,25 y “chasquear” la red con prepotencia, “Chiquito” Rippstein estiraba sus “tientos”, en tanto que “Leo el pollero” conversaba sin darle importancia al momento (ojo, esto es lo que yo creí en los instantes previos), mientras el inicio se demoraba porque faltaba un silbato y se esperaba a uno de los árbitros (Cachito Caussi), por lo que el alemán Ehrentraut se hizo cargo en la emergencia. Así estaba el trámite y luego de volar la primera bola que cacheteó para su campo el técnico de Cañada Rosquín, los “nelserinos” se fueron como chancho a las papas y se dedicaron a mantener en lo alto su eficacia en cada avance. Los nuestros volaban “obnubilados” y dilapidaban tiros de toda índole, libres, dobles, triples y no había cambio que encajara en el buen sendero a los Biby. Alguien dijo por ahí, “lo van a definir en el final, vas a ver” pero, los minutos pasaban y el reloj del tablero electrónico parecía un velocímetro de fórmula uno. En las gradas, el dúo más caracterizado de los aficionados presentes, fruncían críticamente el ceño por la sequía de los tiradores que olvidaron el juego grupal y con cañonazos sacaban astillas del cristal. En algún momento pensé que los de Nelson habían traído la pelota, porque lo que ellos tiraban pasaba por los hilos como por un tubo y los tiros de nuestros muchachos giraban por el aro, y la maldita bola se cagaba de risa y luego salía para cualquier parte, ¡ni con un embudo la metían!. Escuché sin querer una frase lapidaria a la que no di importancia, “a este equipo, como al de Batista, le sobra fama, no tienen hambre”, la tribuna es así y agregaron, “por algo han llegado a la final escuadras sin renombres”, así que el crédito para los rumores está abierto – pensé - y rotundamente ratificado. Los árbitros no incidieron en el resultado, pero tuvieron dificultades con la “bolita” de un silbato que se trababa, y de paso, el juez que arrastraba dicho inconveniente, esgrimió una reprimenda exagerada para alguien que le pidió se pusiera gafas para ver mejor. Cosas menores, la suerte estuvo echada de arranque nomás para los vernáculos y fue el base Missio que dejó a todos colgados de sus dos tiros libres afuera cuando expiraba el partido. Giupponi y Trod, notorios aficionados (repito el título), que le hicieron “pito catalán” al hielo de la noche, se fueron masticando su decepción y dejando un reguero de descalificaciones y pedidos para que rueden cabezas. Edificante la charla con el “profe” Montini y el reencuentro con un amigo, jugador de otro tiempo, “Plus” Hilguert, que sintió los rebotes en el piso flotante y entró al Nido y se quedó hasta la pitada del “no va más”. Como este comentario es solo un esbozo de buen humor malamente logrado, digo que temprano entró un Duende muy bien acompañado, tenista y amante de un Torino, Santiaguito Angiula. Para todos hasta el viernes y ¡good show! (El Buchón)
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